La historia moderna no existiría o no sería la misma sin la invención de la imprenta. Gracias a la imprenta los libros o simplemente escritos llegaron a un público mayor, por lo que, la difusión de los conocimientos fue mucho mayor y a un precio más asequible. A diferencia del mundo moderno, en el siglo quince la difusión fue menor, puesto que el feudalismo dejaba en manos de la iglesia la difusión de conocimientos. Pero Gutenberg amplió esta difusión y marcó un antes y un después. En esta dimensión en la que la imprenta jugó un papel tan importante, entra en juego Raimondo di Sangro, el príncipe impresor cuya historia os contaremos a continuación.
Una de las visitas obligadas si vas a Nápoles es la capilla Sansevero, en la que podrás deleitar tus ojos con la escultura del Cristo Velado, uno de los monumentos más apreciados por los turistas que visitan esta ciudad. Pero además del Cristo, en la capilla Sansevero podemos disfrutar de todo un conjunto escultórico, legado del Príncipe Raimundo di Sangro. Este conjunto de esculturas tiene un mensaje, una historia en la que las alusiones a sus antepasados y a lo que estos hicieron. El príncipe de Sansevero, Raimondo, fue un masón con gran relevancia en Nápoles en el siglo XVIII y se caracterizaba por realizar experimentos con los ciudadanos con la finalidad de descubrir nuevos hallazgos científicos.
Su papel en la imprenta
El Príncipe Raimondo es el principal precursor de un experimento que consiste en dos esqueletos humanos, uno de hombre y el otro de mujer, en los que se puede observar el sistema circulatorio y las vísceras del ser humano. El papel que tuvo Raimondo di Sangro en la imprenta también fue notable. El príncipe “maldito” tuvo su propia imprenta y en ella editó sus propios libros, por la censura que se le imponía. Lo más destacable es su método de impresión, en el que se utilizaba un sistema para imprimir con varios colores a la vez.
No se conoce mucho acerca de los inventos de este príncipe, ya que se vendieron todos los dispositivos y la biblioteca, no obstante, para conocer un poco más sobre sus inventos, podemos observar la Lettera Apologetica, un libro compuesto e impreso en el 1750. Una máquina de linotipia también es uno de los legados de este príncipe, que se empleó hasta el 1983, pero que podemos observar expuesta en un escaparate, en la capilla.