La tarjeta de visita es a menudo vista como una pequeña hoja de papel intrascendente que forma parte de las reuniones diarias con las personas. Y aunque rara vez le damos suficiente valor, las tarjetas de visita tienen una larga historia tras de sí que muchos de nosotros no apreciamos.
Durante el siglo XVII en Europa
Las tarjetas de visita comenzaron a verse en el siglo XVII en Europa, donde se utilizaron para anunciar la llegada inminente de personas prósperas o aristocráticas a su ciudad local o incluso a su hogar. Su forma y dimensiones eran similares a las de un naipe y se convirtieron en un elemento básico de la élite a mediados de siglo.
Con el tiempo, las tarjetas comenzaron a grabarse con oro y tipos de letras emocionantes. En el siglo XIX las tarjetas de visita eran ya imprescindibles para cualquiera en los círculos de la clase media-alta. Muchas casas incluso tenían bandejas de tarjetas, adornadas en la construcción, hechas para que los que visitaran tu casa pudieran dejar su tarjeta.
En el siglo XIX
En los siglos XVIII y XIX estas «tarjetas sociales» eran entregadas por cada persona en su primera visita a una casa. A la gente se le ofrecía la bandeja de las tarjetas al abrir la puerta de la casa y entregarla era vista en ese entonces como una cuestión de etiqueta. Esta tarjeta fera entregada a la señora de la casa, quien la examinaría, y en sí formaba parte de la primera impresión de una persona.
A diferencia de este tratamiento que se le dio en Europa a la tarjeta de visita, en el Reino Unido se usaban con fines comerciales. Motivo por el cual siempre contenían un mapa para ponerse en contacto con la persona. Originalmente producidas con prensas de madera, comenzaron a crearse con litografía después de 1830.
Tras la Revolución Industrial
Los efectos de la revolución industrial originaron una disminución de la formalidad en el mundo. El intercambio de información de contacto se volvió esencial y la tarjeta de visita y la tarjeta comercial se fusionaron y se distribuyeron en ocasiones menos formales.
En la actualidad
El tiempo ha erosionado gran parte de la etiqueta con respecto a las tarjetas de visita, sin embargo, las reglas persisten. Las tarjetas no se deben entregar con la mano izquierda, nunca debe escribirse en ellas y siempre deben traducirse al idioma del país específico en el que se entregan en la parte posterior de la tarjeta. Nunca deben llevarse sueltas y deben ser presentadas en las mejores condiciones.
Hoy, las tarjetas deben contener el nombre del titular de la tarjeta, su título o cargo, su compañía, su ubicación e información de contacto relevante, como su dirección, su correo electrónico, su teléfono y cualquier otro dato que sienta la necesidad de añadir. Las tarjetas de visita generalmente se imprimen en tinta negra sobre papel blanco, aunque esto varía según el país.