La figura del diseñador es fundamental para ayudar a nuestra empresa en su desarrollo. Él nos puede servir de guía y consejo para nuestros proyectos, así como para nuestros diseños y publicidad.
Con los diseñadores podemos dar forma a aquellas ideas que nos rondan, pero que no sabemos cómo plasmarlas o terminar de materializarlas. Pero, para ello, necesitamos tener en cuenta varios puntos para saber cómo comunicarnos y saber hacer llegar nuestra idea con claridad. La comunicación juega un papel fundamental en este campo y es importante desmenuzar cada idea para dirigirnos hacia donde queremos llegar.
1.- Elegir un logotipo
Elegir o diseñar un logotipo para nuestra empresa es uno de los puntos principales por los que hay que comenzar. En este aspecto es importante que tengamos claro qué tipo de empresa tenemos y qué es lo que necesita. De esta manera, podremos expresarlo con mayor claridad a la persona que vaya a encargarse de nuestro diseño.
¿Cómo hacerlo? Piensa en los colores que pueden representar a tu empresa, o si hay algunos en concreto que sean de tu agrado. También podemos haber visto tipografías o diseños que nos resulten atractivos en otras páginas web: comunícalo y muéstralo a tu diseñador para que sepa mejor qué idea tienes en mente, y te pueda aconsejar sobre su creación.
2.- Claridad a la hora de comunicarnos
Hablar con tu diseñador o diseñadora es imprescindible. En un primer momento intercambiareis alguna llamada telefónica para hablar de ideas y líneas de trabajo, pero es fundamental que se transmita por escrito todo aquello que buscamos. Mediante un correo electrónico podremos plasmar todo esto, permitiendo que la persona visualice de forma clara y trabaje sobre estas ideas.
A veces no es fácil estructurar aquello que queremos. Una buena forma para guiarnos es plantearnos aspectos como cuál es nuestro objetivo, cuál es el público al que nos dirigimos, qué es lo que queremos que haga la persona que se encarga del diseño, cuáles son los plazos de nuestro proyecto o cuáles son nuestros competidores.
Otro aspecto a tener en cuenta es que, cuando el diseñador elabore algo con lo que no estamos del todo conformes, no nos limitemos a contestar un “no me gusta”: explícate, comunica si quieres unos tonos más cálidos, si prefieres un rosa a un naranja, una tipografía distinta, etc… Si especificamos el por qué no nos convence el diseño, facilitaremos el camino conjunto para llegar a nuestro diseño ideal.
3.- Conocernos bien para comunicarnos mejor
Es importante conocer la historia de nuestra empresa, es decir, aquello que queremos transmitir. Con nuestra imagen y nuestra publicidad estamos contando una historia. Los diseñadores nos ayudarán a transmitirla, pero, para ello, es imprescindible que nosotros sepamos qué queremos comunicar.
Qué tipo de empresa somos, por qué deberían elegirnos a nosotros y no a otros, conocer los clientes a los que nos dirigimos, sus necesidades, sus perfiles, etc. Son elementos que debemos plantearnos a la hora de enfocarnos y abrirnos al exterior.
Plantéate también la personalidad de tu empresa: si tiene un carácter juvenil y moderno o si, por el contrario, es de un tinte más conservador o tradicional. Si es más informal y desenfadada o si requiere una imagen más seria… Estas líneas deben definirse con claridad para poder llegar a la clientela potencial a la que queremos dirigirnos.
4.- Ten en cuenta las emociones
La publicidad, así como nuestra propia imagen, genera emociones en las personas. Este es un aspecto que no debemos pasar nunca por alto y que se debe cuidar al detalle.
Todas las empresas lo tienen presente y, si prestas un poco de atención, lo verás también en ti mismo. ¿Cuántas veces te has decantado por un producto de una marca y no de otra, teniendo estas bastantes similitudes? ¿Cuántas veces has comprado algo de manera impulsiva? Todo esto tiene un trabajo detrás que tiene muy en cuenta todo aquello que nos puede hacer sentir.
El sentimiento de seguridad, de cercanía, de calidez, confianza o sensibilidad que podamos transmitir puede llegar a ser determinante en que los clientes nos elijan a nosotros en lugar de a otros. Por lo tanto, piensa en aquello que quieres transmitir, comunícalo y déjate también aconsejar por tu diseñador. Él sabrá darle forma y color a aquello que quiere contar tu empresa.
5.- No delegues por completo el trabajo
No debemos olvidar que es un trabajo conjunto. Cuando acudimos a una persona o empresa para que nos ayude con el diseño de nuestra página web o nuestra imagen publicitaria, debemos quitarnos de la cabeza la idea de que es un trabajo del que nos desentendemos y en el que todo surgirá por arte de magia. Si no tomamos parte e interés en el proceso, seguramente sólo conseguiremos retrasar los tiempos del proyecto, tener que rehacer un trabajo ya realizado y aumentar el coste de la inversión.
¿Cómo evitar esto? Como ya hemos indicado anteriormente: comunícate. Haz el seguimiento del trabajo que se está realizando, opina, aporta ejemplos (imágenes que nos inspiren, otras páginas web), revisa los tiempos, etc. De esta manera evitaremos que la persona encargada de nuestro diseño tenga que volver a hacer un trabajo ya realizado, por falta de especificaciones o de información necesaria para guiarle en el proceso. También evitaremos con esto que los tiempos se prolonguen en exceso. Todos sabemos que, al igual que cuando iniciamos una obra en nuestra vivienda, iniciar un proyecto siempre va a demorarse un poquito más del tiempo que habíamos estipulado. Si vamos siguiendo el proceso y los tiempos establecidos, reduciremos esta demora.
Como es lógico, reduciendo los tiempos y evitando rehacer el trabajo, también estaremos previniendo una subida del presupuesto que se nos había dado en un principio. Si delegamos por completo y no somos partícipes del proceso, debemos de ser conscientes de que estos problemas pueden surgir y que es normal que la cuantía se eleve si a última hora solicitamos algunos cambios o, como ocurre en ocasiones, cambios radicales que suponen, prácticamente, volver a empezar.