Aunque actualmente hay una clara tendencia hacia el mundo digital, las redes sociales, las webs, etc. aún podemos ver la gran fuerza que tienen algunos medios impresos, como los catálogos. El catálogo es accesible y muy fácil de hojear, un medio perfecto para exponer productos y, por lo tanto, una herramienta de venta con una eficacia sin igual. El catálogo es un medio que goza de una gran popularidad entre los consumidores, ya que gracias a este pueden disfrutar de una visión más general de todos los productos que posiblemente comprarán. Pero no cualquier catálogo vale para vender y es fundamental seguir una estrategia adecuada a la hora de realizar el diseño.
¿Cómo crearlo?
El primer paso hacia la creación del catálogo perfecto es enumerar los productos y ordenarlos por su importancia o por el orden en el que queremos que aparezcan. Para ello haremos una lista gracias a la cual podremos calcular la cantidad de hojas que vamos a añadirle al catálogo y el formato que escogeremos. Podemos incluso clasificar los productos del catálogo por diversas tipologías, ya que de esta manera conseguiremos ordenar mejor los productos para que los clientes lo encuentren de forma más rápida. Este truco también será muy útil para que no se nos olvide ningún producto y ninguno se quede fuera del catálogo.
Pero además de productos, en el catálogo también tendremos que incluir otros datos de interés, como por ejemplo la descripción de diversos productos, su modo de empleo, su composición etc. Otra información relevante puede ser la comunicación corporativa de la empresa, es decir, explicar nuestra misión y visión, explicar una gama especial de productos, consejos a la hora de utilizar diversos productos de una determinada dificultad, etc. Podemos hacer, por ejemplo, un mix entre un catálogo de productos y una revista interesante.
Hacerlo atractivo
Cada producto necesitará llevar su ficha, en la que explicaremos brevemente las características esenciales del producto. Con un breve texto de alrededor de unas 50 o 150 palabras puede ser suficiente. Es importante no explayarnos demasiado en la explicación, ya que, de lo contrario, perderemos fluidez. Otro aspecto de gran importancia es la fotografía de los productos. Es recomendable que esta tenga una resolución de unos 200 o 300 puntos por pulgada.
Lo recomendable es fotografiar el producto con un fondo blanco y sin sombras o bien creando un escenario recreativo. Un ejemplo de ello son los catálogos de supermercado en los que podremos ver una mesa copiosa de embutidos y quesos o los catálogos de IKEA, en los que se genera un escenario completo, con el producto completamente integrado.